«Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino», concluye.
El domingo, aún convaleciente de una infección respiratoria, el Papa se había presentado en el balcón de la basílica de San Pedro para impartir la tradicional bendición urbi et orbi, donde realizó un contundente llamado a la libertad religiosa como pilar fundamental para la paz mundial.