La columna de humo blanco, la fumata, se elevó cerca del mediodía hora local, entre vítores del público, cámaras de todos los medios del mundo y el recelo de las gaviotas que habían pasado varios días deambulando por la chimeneta instalada ad hoc en el techo de la Capilla Sixtina.
Tras la muerte del papa Francisco el camarlengo Kevin Farrell supervisó los eventos en el Vaticano durante el período de Sede Vacante, pero ese rol llegó a su fin este jueves con la elección de un sucesor.
Ahora le queda al cardenal protodiácono, que en estos momento es el francés Dominique Mamberti, el rol de anunciar urbi et orbi con la frase «Habemus Papam» («tenemos Papa») desde el balcón de la Basílica de San Pedro.
Sólo entonces emergerá el nuevo Papa de la Iglesia Católica, que al elegir su nombre le dará el tono a su pontificado de la manera en que Jorge Bergoglio se convirtió en Francisco en 2013, en honor a San Francisco de Asís, de quien quería emular su austeridad, sencillez y votos de pobreza.